Hace más de 10 años diferentes instituciones de derechos humanos y asociaciones de pueblos indígenas vienen denunciando que las niñas awajún de la zona de Condorcanqui, en la frontera con el Ecuador, han sido sistemáticamente violadas sexualmente por sus profesores bilingües.
La solución que suelen plantear los perpetradores es acallar a los familiares y autoridades con dinero y por eso solo los trasladan de una comunidad a otra. Rosemary Pioc, lideresa awajún, ante las vergonzosas cifras del 2023 (189 casos de VIH detectados entre enero y agosto, así como 35 gestantes, como consecuencia de las violaciones sexuales) denunció ante el Ministerio de Educación a la autoridad educativa de Condorcanqui por al menos 524 casos de violaciones sexuales ante la inacción de sus funcionarios, además del “extraño” incendio que en 2022 quemó toda la evidencia.
El ministro de educación de mi país, Morgan Quero, respondió ante los reclamos de Pioc y otras madres de familia diciendo “lamentablemente son prácticas culturales de los pueblos amazónicos construir una familia con jovencitas, nosotros vamos a ser muy prudentes y exigir los descargos que correspondan” (CanalN). Sus palabras no solo ofenden a los pueblos indígenas, sino que demuestran que el ministro de inmediato se puso del lado de los perpetradores y no de las víctimas. La sociedad peruana en su conjunto reaccionó con gran indignación ante estas declaraciones, especialmente los pueblos indígenas. La congresista Ruth Luque presentó una denuncia penal contra Morgan Quero por incitación a la discriminación. A los tres días se disculpó y no paso nada. La denuncia no fue aceptada y todo olvidado. Ese es mi Perú.
Morgan Quero Gaime es politólogo formado en Francia (Universidad de Grenoble) y tiene un doctorado en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM. Fue director del Centro de Altos Estudios Nacionales de Perú, una academia de élite para los oficiales de las fuerzas armadas y policiales, y sigue siendo profesor universitario en temas vinculados a políticas públicas, con varios artículos en revistas académicas de análisis de la política interna francesa.
No basta tener doctorados para ser empático, democrático y horizontal en la visión pluricultural de nuestras naciones. Quero, así como Dina Boluarte, están alineados con los que mueven el poder en el país, no solo los grandes dueños del Perú, sino también los medianos empresarios informales e ilegales que dañan la Amazonia y que explotan, en cualquier paraje, los bienes naturales creando verdaderas amputaciones ecológicas.
El 11 de diciembre de 2024, el Doctor Quero llamó “ratas” a 50 peruanos y peruanas asesinados por la represión del gobierno de Dina Boluarte. Fue al consultarle sobre la ausencia de un pronunciamiento del gobierno peruano con motivo del Día de los Derechos Humanos. Una periodista le preguntó sobre la impunidad en la que se encuentran quienes han asesinado a los movilizados, especialmente, del sur andino. Quero la miró, lanzó su frase “los derechos humanos son para las personas no para las ratas” y le dio la espalda.
Casi a la medianoche del 12 de diciembre, Dina Boluarte, presidenta del Perú con 3% de aprobación, convocó a un mensaje a la nación urgente. ¿Acaso iba a denunciar al ministro de Educación que había llamado “ratas” a los asesinados en las movilizaciones del inicio de su reinado… perdón… gobierno? No, de ninguna manera, el pacto mafioso continúa movimiento las crucetas de los hilos que la mantienen en el poder. Boluarte esa noche tuvo la urgencia de desmentirle al país sobre su rinoplastia y su operación para alisarse las arrugas. “Fue por un tema de salud, de funcionalidad respiratoria” mintió ante los millones que escuchamos su mensaje. El objetivo era, una vez más, victimizarse. Morgan Quero, el doctor especialista en política francesa, se encontraba detrás de ella. Un respaldo tácito ante sus ominosas palabras.
Las redes sociales se llenaron de “memes” sobre ratas. Innumerables pronunciamientos, desde la Defensoría del Pueblo hasta la Asociación de Familiares de los Asesinados y Heridos del 15 de diciembre de Huamanga, Ayacucho (ASFAH) salieron a exigir la renuncia de Quero. La ASFAH publicó un comunicado que podría considerarse como el gran grito de indignación del subalterno: “no somos ratas, somos humanos”.
Lo que hizo Morgan Quero se trata, como lo vengo diciendo hace veinte años, la continuación de un proceso de basurización simbólica: una forma de pensar que objetiviza a una persona como residuo, como algo que debe estar fuera para que el resto sea operativo. Y la convierte simplemente en un ser desechable, eliminable, un ser humano que deja de poseer la calidad de humanidad, en una rata. Boluarte lo ha respaldado en todo momento: nunca salió a pronunciarse por este desprecio de un ¡¡ministro de educación!!
No solo el Perú, su gobierno, congreso y ministros, están en una crisis profunda de legitimidad, sino que el propio discurso de la democracia se percibe hueco, vacío, inánime. Los peruanos y peruanas de las regiones del sur andino no confían ni en esta ni en ninguna democracia. La democracia vaciada de sentido hastía y abruma. El caldo de cultivo para un dictador, no solo de democracias híbridas, sino de regímenes anocráticos.. Es decir, dictaduras con una falsa institución legislativa, está en plena ebullición.
El costo para nosotras las mujeres será muy alto en la política. Precisamente por el papel que viene desempeñando Boluarte en la destrucción de la democracia. Por supuesto, el costo será peor aún para las mujeres de izquierda y de las regiones del Perú. Porque Dina Boluarte es de la región de Apurímac, quechuahablante, profesional. Una mujer que crió a sus hijos sola, esto es, lo que las feministas hubiésemos pensado como modelo interesante para ser la primera mujer presidenta. Al parecer el destino nos jugó una trastada: “eso era lo que querían, ¡tomen a Boluarte!”.
La crisis de una transición democrática fallida después de la dictadura de Fujimori dejó caer al anti modelo, no en Keiko, la hija funcional y devota del patriarca, sino en este personaje traidor y anodino que representa todo lo contrario de lo que habíamos pensado. Es una lección que las mujeres feministas latinoamericanas debemos de aprender: no basta ser mujer para representar a las mujeres, no basta ser mujer para cuestionar el patriarcado. Lo que hay que hacer es tener consciencia de que urge un cambio profundo. Una radicalización de la democracia, que incluya sin duda el cuestionamiento frontal a este patriarcado racista, colonial, clasista y basurizador. Morgan Quero no es una rata: es un hijo de este sistema. Un fruto de sus lazos perversos.
Publicado en Otra Mirada.pe
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