La ciudad de Juliaca se llenó de color y alegría este lunes de carnaval con la celebración del Wiphala o Taripakuy, una festividad ancestral que simboliza el agradecimiento a la Pachamama y a los antepasados. Desde las primeras horas de la mañana, familias enteras participaron en esta tradición, adornando sus hogares y espacios con elementos festivos cargados de simbolismo.
Una celebración llena de color y significado
Como dicta la costumbre transmitida por las awichas (sabias ancestrales), la jornada comenzó temprano con la decoración de viviendas, negocios y chacras con flores de distintos colores—amarillo, rojo, blanco y multicolor—además de serpentinas, globos y mixturas. El ritual debe culminar al mediodía con una ofrenda tradicional en honor a la tierra y los ancestros.
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El Wiphala o Taripakuy no solo se limita a viviendas y negocios, sino que también se extiende a vehículos e incluso a los difuntos, como una forma de pedir protección, prosperidad y armonía para el año que comienza.
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Identidad y conexión con la Pachamama
Más que una simple festividad, esta tradición refleja la profunda conexión espiritual de la población de Juliaca con sus raíces y su entorno natural. En un mundo cada vez más acelerado, el Wiphala o Taripakuy se mantiene como un símbolo de identidad cultural, reforzando el respeto por la Pachamama y el legado de los ancestros.
La festividad, además, fortalece los lazos comunitarios y resalta la importancia de preservar las costumbres que han dado identidad a la región a lo largo de generaciones.
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