En el nevado más alto de Puno, donde el Estado no llega pero los balazos sí, La Rinconada se desangra en silencio. Más de 13 muertos desde el 2024 hasta en lo que va del año, cadáveres abandonados en botaderos, balaceras en plena Navidad, y un alcalde fantasma: Percy Huichi Mamani, de Ananea, cuya jurisdicción alberga este infierno dorado. ¿Dónde está? ¿Por qué no grita, no exige, no llora como sí lo hace Aldo Mariños, el alcalde de Pataz, que con lágrimas en los ojos clama justicia por sus 13 mineros masacrados?
Mariños, con el rostro descompuesto, increpó al Gobierno: «Señores indolentes del Gobierno central, atiendan a esta provincia. Nosotros le aportamos todo al país, le damos todo el oro. Solo queremos que nos devuelvan en desarrollo. No sean miserables».
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Mientras tanto, en Puno, el gobernador Richard Hancco —cuyo nombre suena más en actas burocráticas que en las calles ensangrentadas de La Rinconada— se limita a prometer «acciones policiales» mientras las bandas como «Los Primos» siguen decidiendo quién vive y quién muere en las bocaminas.
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Dos realidades, un mismo dolor: ¿Por qué Pataz llora y La Rinconada agoniza en silencio?
En La Libertad, el gobernador César Acuña —quien ayer estaba en Lima, en la UCV, lejos de las balas— exige «Estado de Sitio» para Pataz. En Puno, Hancco solo ofrece reuniones en auditorios, mientras los mineros de La Rinconada entierran a sus muertos entre el barro y la nieve.
La Rinconada es el reino de la impunidad:
- Enero 2025: Tres ejecutados en una discoteca.
- Febrero: Dos cuerpos en un botadero, con cascos y lámparas de minero aún puestas.
- Navidad 2024: Un padre y su hijo masacrados durante un asalto.
- Marzo 2025: Bandas toman bocaminas a plena luz del día.
- La lista sigue…
Mientras tanto, ¿Dónde está el alcalde Huichi? ¿Por qué no rompe en llanto como Mariños? ¿Acaso los muertos de Ananea valen menos?
El negocio más sucio: Oro manchado de sangre
Ambas zonas —Pataz y La Rinconada— son el epicentro de una guerra clandestina donde el oro ilegal mueve US$12 mil millones al año. 30% del oro peruano se lava en Bolivia, muchas veces desde Ananea, La Rinconada, Oriental y desde la selva puneña, mientras las autoridades regionales se lavan las manos.
En Pataz, el crimen organizado llegó en 2019, pero en La Rinconada lleva años campeando. ¿Por qué nadie detiene esto?
- En Pataz, Mariños grita: «¡Basta ya!».
- En La Rinconada, el silencio de Huichi y Hancco es cómplice.
Mientras un pueblo llora y otro se ahoga en sangre, parece que hay dos tipos de autoridades: las que lloran y las que callan. Y peor aún: las que callan… mientras cuentan el oro. ¿Hasta cuándo?
¿Dónde están los patrulleros, acciones de inteligencia, mas presencia de policías que prometen? ¿Por qué Pataz merece lágrimas y La Rinconada solo indiferencia?
La sangre minera ya no es noticia. Es solo otro costo del oro.
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