En medio del lago Titicaca, donde el frío no solo cala los huesos, sino también el alma de los olvidados, una familia en la isla flotante de los Uros vivía sumida en la miseria más cruel. Los hijos, con la mente nublada por el hambre y trastornos no atendidos, llegaron al extremo de querer devorar un pedazo de su propio padre. La imagen, capturada y viralizada, estremeció a miles, pero no movió un dedo de quienes tienen el poder—y el deber—de actuar.
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No fue Javier Ponce, el alcalde más ocupado en su campaña a la gobernación de Arequipa que en los barrios y comunidades de su provincia. Tampoco fue su gestión, que parece haber olvidado la tradición de sus antecesores: Iván Flores, con su mano extendida; Luis Butrón, cercano a la gente; o incluso el mandón Mariano Portugal, quien, pese a todo, movilizaba comités de damas para paliar el dolor ajeno. Esta vez, la esperanza no llegó en un auto oficial con sello municipal, sino a través de la pantalla de un celular, en las transmisiones en vivo de César Yanarico.
Inspirado en la audacia solidaria de Augusto Ferrando, Yanarico, un tiktoker de voz cálida y manos callosas, convirtió su plataforma en un puente entre la indiferencia y la caridad. Con cada live, con cada grito de auxilio digital, juntó lo que el Estado no dio: víveres, frazadas, medicinas y, finalmente, una casa prefabricada que hoy resiste el viento del Titicaca.
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La familia de los Uros ya no duerme a la intemperie, ni se desgarra entre sí por un pedazo de comida. Pero su historia no es un milagro: es el resultado de un joven que hizo lo que las autoridades no quisieron. Mientras Ponce calcula votos, Yanarico suma gestos. Y en esa diferencia, Puno recuerda que la verdadera grandeza no está en los cargos, sino en los actos.
Aquí vea a Cesar Yanarico en vivo:
https://www.facebook.com/ElObjetivoPe/videos/1069969961819774/
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