En Puno, una familia adventista ha llevado un caso a la justicia para exigir que la Universidad Nacional del Altiplano (UNAP) reprogramé el examen de admisión que se celebrará el 15 de marzo de 2025. La razón: el sábado es el día sagrado para los adventistas del séptimo día, quienes lo dedican al reposo y la adoración. Para esta familia, obligar a su hija a rendir el examen en sábado sería ir en contra de su fe.
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El caso y la demanda de amparo
La familia Calcina Choque presentó una solicitud ante la UNAP para que el examen fuera reprogramado, pero al no recibir respuesta, decidieron interponer una demanda de amparo en el Segundo Juzgado Civil de Puno. El reclamo se basa en el derecho constitucional de la libertad religiosa, protegido por la Constitución Política del Perú y la Ley de Libertad Religiosa (Ley N.º 29635), que garantiza el derecho de las personas a practicar su religión y guardar sus días sagrados.
Aberlin Wilfer Calcina, padre de la estudiante, argumenta que la falta de respuesta de la universidad afecta no solo a su hija, sino a muchos otros estudiantes adventistas que enfrentan la misma dificultad. «Si no se resuelve a favor, no solo se truncará su futuro profesional, sino que se vulnerará su derecho a la educación superior», expresó.
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¿Y si otros grupos religiosos solicitan lo mismo?
El caso de los adventistas ha abierto un debate sobre cómo las universidades deberían manejar las solicitudes de reprogramación de exámenes. Si otras comunidades religiosas, como católicos, evangélicos o mormones, también pidieran reprogramar los exámenes por coincidir con sus días de reposo (domingo en su mayoría), las universidades se enfrentarían a un desafío logístico considerable.
Permitir que cada grupo religioso tenga su propio día de examen podría resultar en una sobrecarga administrativa, ya que las instituciones tendrían que reorganizar horarios, espacios y recursos, lo que complicaría la planificación de los exámenes. Además, la pregunta de si todas las religiones tienen derecho a reprogramar sus exámenes podría generar desigualdades y discriminación, ya que no todas las creencias tienen los mismos días de reposo.
¿Cuál es la solución posible?
Una opción sería ofrecer exámenes en diferentes días o incluso horarios para que los estudiantes puedan elegir el que mejor se ajuste a sus creencias religiosas. Otra alternativa es organizar los exámenes en días laborables, de lunes a viernes, lo cual permitiría que los estudiantes de todas las religiones pudieran rendir la prueba sin que se vean afectados por sus días sagrados. Sin embargo, esto también traería consigo retos logísticos, ya que se tendrían que ajustar calendarios y recursos.
Algunas universidades podrían incluso explorar la posibilidad de realizar los exámenes de forma remota, lo que permitiría que los estudiantes tomen la prueba en la fecha establecida sin necesidad de asistir físicamente al campus.
La necesidad de encontrar un equilibrio
Lo que está en juego es la capacidad de las universidades para adaptar sus sistemas a la diversidad religiosa, sin perder de vista la equidad y el acceso a la educación. En este caso, la solicitud de la familia Calcina Choque resalta la importancia de que las instituciones educativas respeten tanto los derechos religiosos como los educativos. Si bien la libertad religiosa es un derecho protegido, también lo es el derecho a la educación, y ambos deben ser conciliados de manera justa y equitativa.
Este caso podría sentar un precedente importante no solo para la región de Puno, sino también para otros lugares del país, donde más de 4,000 adventistas podrían verse afectados por la programación de los exámenes en sábado. Si se establece una solución flexible, basada en el respeto mutuo, las universidades podrían garantizar que todos los estudiantes puedan acceder a sus derechos sin que se vea afectada la calidad educativa ni la organización administrativa.
Un camino por recorrer
A medida que el caso avanza en los tribunales, la familia Calcina Choque espera que el juzgado actúe con rapidez para proteger los derechos fundamentales de su hija. Este reclamo es solo uno de muchos que podrían surgir en el futuro, ya que la diversidad religiosa es una realidad creciente. Las universidades deberán encontrar formas de adaptarse a estas realidades sin que ello suponga una carga excesiva para su funcionamiento.
Este caso invita a reflexionar sobre cómo las instituciones educativas pueden garantizar que la libertad religiosa y el derecho a la educación sean igualmente respetados, ofreciendo soluciones que no solo sean viables logísticamente, sino también justas y equitativas para todos.
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